Una nueva plaga en la Patagonia: visones americanos invaden Bariloche y Nahuel Huapi

Visones americanos invaden Bariloche y Nahuel Huapi: usan trampas flotantes para frenar su avance. La especie amenaza aves, peces y fauna nativa.

La proliferación del visón americano en Bariloche y el Parque Nacional Nahuel Huapi ha alcanzado niveles alarmantes, lo que obligó a las autoridades a apostar por trampas acuáticas selectivas y la eutanasia como última alternativa para frenar a este mustélido foráneo agresivo.

El subsecretario de Planeamiento de Bariloche, Alfredo Allen, junto al responsable de Fauna de Río Negro, Roberto Espósito, lanzó primero un programa de jaulas para controlar jabalíes en el Parque Municipal Llao Llao. Sin embargo, hoy concentran esfuerzos en diseñar y desplegar dispositivos flotantes, adaptados al comportamiento semiacuático del visón, en puntos críticos como las márgenes del lago Moreno, el Morenito y Ezquerra.

Apenas supera el kilo de peso, pero su fiereza lo convierte en un voraz depredador: “Se come huevos, crías de aves, peces e incluso desplaza a huillines y coipos”, describe Allen. Por ello, las trampas —jaulas pequeñas con cebo específico— capturan vivos a los ejemplares sin poner en peligro a especies autóctonas ni a otros mamíferos menores.

El biólogo de Parques Nacionales, Hernán Pastore, destaca que “estos operativos en zonas de reproducción de macá tobiano o pato de los Torrentes ya han dado resultados” y que la única manera de erradicar completamente al invasor es aplicar eutanasia controlada una vez atrapado. Aunque la medida es controvertida para grupos de defensa animal, los expertos advierten que trasladar o reubicar a los visones conllevaría el riesgo de iniciar nuevos focos de infestación.

Desde los años en que operaban los criaderos de pieles, miles de visones quedaron sueltos tras el cierre de las instalaciones, expandiéndose sin freno por la Patagonia desde Neuquén hasta Tierra del Fuego. “Hay videos donde se les ve atacando a cisnes y truchas que triplican su tamaño”, apunta Allen, quien remarca que “estos mustélidos no le temen ni al ser humano ni a animales de mayor envergadura”.

Frente a esta situación, la Municipalidad y Parques Nacionales acordaron instalar dos trampas por sector ribereño y mantener un monitoreo constante. “Sacrificar un animal nunca es algo agradable, pero somos responsables de revertir la destrucción ecológica que trajeron los criaderos”, concluye el funcionario. Con este plan en marcha, se espera contener la plaga antes de que los ecosistemas patagónicos, ya frágiles, sufran daños irreversibles.

MDZ